Ya están cebados
en carne y en sangre humanas.
Miran hacia los lados
con el talante triunfal,
la bestia que los habita
abre la gran boca
para mostrar sus dientes feroces
y sus largos colmillos
de animal de presa.
No les preocupan los dos muertos,
sino a los que llevaron presos
por averiguaciones,
a los que levantaron puños en alto
a los que rompieron vidrios
y quebraron toda mi confianza
en los habitantes de este vecindario.
Ya pronto se muestran
tal como son,
ya sé de lo que son capaces
los he visto perder la cordura
los he visto entregarse al frenesí
de sangre y los he visto matar
sintiéndose gozosos por hacerlo.
Qué felices están en su miseria,
que contentos se ven por su abominación.
Me miran con desconfianza
porque no los aplaudo,
porque viviendo aquí, en el Este,
no soy una criminal como ellos.
Siento pena porque están dormidos
en el sueño ctónico de la Ignorancia,
están ciegos y sus afectos
están presentes en teléfonos móviles
de miles de bolívares,
y de autos lujosos
y televisores con pantalla plana
y televisión digital de alta definición.
Si se aman más las cosas
que los seres
es imposible que se pueda
apreciar la vida humana.
08/03/14
OLLIN