En un puente oscuro nadie me brillaba la esperanza de no agachar mi mirada,
nadie me regalaba la luz las palabras eran farolas fundidas llenas de voces dictadas,
como en un mundo sin alma sin corazón ni cuerpo:
encontré amistades en un charco que no estaba lleno de cemento,
regando de felicidad todo mi mar lleno de miedo.
Dejándome sentir quién soy sin ocultar mi identidad bajo una máscara de hierro,
hay personas con las que actuamos y otras con las que nos mostramos.
Cuando nos reímos disfrutamos sin reparo vuestro amor es lo mejor que la vida me ha dado,
a menudo rechazan las frutas verdes del árbol solo por su aspecto desgastado;
nosotros las aceptamos aunque tengan defectos las queremos,
porque hemos aprendido que diminuto es inmenso.