A mí me gusta ese silencio, que ondula, que se siente y que te llena de emociones, ese silencio entre dos mares y que de pronto tiene voz y reclama estatuas que sobre la mar abren su espíritu y lo dejan volar. ((p a s a b a))
La perdí;
movía montañas,
hacía milagros.
La necesito como al aire,
me sostendría, me abrigaría el alma.
Cómo la fui a extraviar,
creía en mí;
la esperanza
era alegre como la luz
animaba los días de angustia;
qué la derrumbó,
bajo los escombros debería estar,
es invisible,
tan pequeña es;
me ahogo en la humedad del rocío.
El laberinto está aquí,
a tientas me desplazo,
ni un paso doy,
estoy atrapado en este destino,
es fuerte,
ata.