Mi mundo se desmorona, sutilmente,
todo se rompe y mi cuerpo se descarría.
En el anochecer de la vida, en esa mi vida.
Lentamente, muy lento, todo se descompensa.
En una historia muy antigua, mil veces vista,
que renace de nuevo en mí, en mi pecho.
Ese pecho que burbujea y me escuece,
mientras veo esas historias de otros.
Y voy poniendo telón final al fin,
en ese cuerpo que se degrada,
lentamente, muy despacio.
En mi propia historia,
esa que no es nada,
no es romántica.
Restos de vida,
que aún sigue,
incansable,
mirando
a otros
vivir.
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29-VII-2025
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