Antonio Miguel Reyes

Dueto de espinelas entre la Bella y El Poeta.

 

Dueto de espinelas entre la Bella y El Poeta.

El poeta;

Mujer, flor de la vereda,

¿no sentís cómo te canto?

Se me escapa el alma en tanto

que tu andar gira y me enreda.

No me niegues esa rueda

de tu tiempo tan preciado,

que mi verso enamorado

no pretende posesiones,

solo juntar ilusiones

en tu paso perfumado.

 

La bella;

¿Otra vez en tus lugares?

Y siempre versos, nunca hechos

yo ya vi pasar despechos

escondidos en altares.

Si decís que son cantares,

No me lo hagáis tan bonito:

decídmelo con un grito

cuando me sienta cansada…

que un piropo en la alborada

tiene muy mal requisito.

 

El poeta;

No me mires con desdén,

que no soy de los que dices;

esos besos infelices,

hoy se bajan al andén.

Mi deseo es estar bien,

ser abrigo si hace frío,

y si el mundo va vacío,

soy palabra que consuele,

ser la vela que te vele

para espantar el hastío.

 

La bella;

Te confieso que tus rimas

me acarician sin tocarme,

y que logran desarmarme

más que besos en las cimas.

Pero el viento tiene grimas,

y se va en la poesía…

¿vas a estar en mi agonía

o escribís solo en verano?

Porque amar con letra en mano

es pintar la fantasía.

 

El poeta

Si algún día estás herida,

yo seré tu salvador:

quiero ser un escritor

que te escuche sin medida.

No me alcanza esta partida

sí me dejas sin tu aliento;

dame al menos el momento

de que un verso te acompañe,

y que si algo en ti se dañe

quede en mí como tormento.