Se alza el “más leído” en trono,
sin lector, sin quien lo nombre,
ni una huella, ni un pronombre
que lo salve del abandono.
Reina en medio del encono,
con coronas de neón,
y una estadística en clon
que simula su presente,
pero es sólo un referente
con disfraz irreverente.
El “popular” se pavonea,
sin que nadie lo recuerde,
su poema no transmite,
ni provoca, ni golpea.
Sus hechizos dan pelea
con espectros sin pasión,
una legión de cartón
que conjura su mentira…
¡y en el circo lo que gira
es su propia decepción!
¿Es dama o varón sin cara,
hechicero o promotor?
Se disfraza de dolor
mientras lanza y se separa.
Cada acción se la declara
como un acto de opresión,
su enjambre —pura ficción—
va cantando redenciones,
o ladrando en mil versiones…
¡sólo sirve de distracción!