Era de noche, caminaba el poeta, era de noche, y la brisa era la fiel compañera.
De sus ideas, de sus actuales, en donde, a través de ella, escribía para futuros altares, altares de versos y estrofas, de poemas y de prosas.
Era de noche, caminaba el poeta, era de noche, su pensamiento estaba conectado con la luna llena.
Que lo inspira, que lo recrea, a crear versos y dedicárselo a ella, pero quien era la ella, pues la ella, era el pensamiento del poeta.
Era de noche, caminaba el poeta, era de noche y recibía a la centella.
Que le enciende la imaginación, que le enciende esa recreación, a crear versos y estrofas, a completar el poema y la prosa.