Si los sueños son una hamaca colgada a dos extremos de árboles huecos, secos y con termitas.
El viento es la furia con que la gente atropella toda grandeza inofensiva cubierta de hilos.
La tierra, aquella fresca tarima donde mueren los sueños.
¡En su mayoría pifiados!
¿Para qué esperar la osadía de ser abochornado y aplastado?
¿El tiempo?
Aquello que nunca ha sido mío
que siempre me recuerda a mi abuela
el veneno más fuerte que he ingerido nunca y hace que el licor se añeje de inmediato
que me ha hecho vestir el pasado...
¡El futuro no existe!
Habiendo tomado impulso, caeré directo con mis fantasías intactas, me quebraré un par de dientes; será una sonrisa con vasto espacio.