No mires. La función ya fue condena.
Tus ojos, antes rito, son ceniza.
Se dijo todo —y todo fue la escena
de un eco que se pudre y no avisa.
Las letras no son súplica ni duelo.
Son marcas en la piel cuando no arde.
Mármol inscripto.
Mudo cielo…
que olvida su azul… pero no su tarde.
Mi verde fue disfraz de lo perdido,
la sábana tendida sobre el daño.
Promesa enmohecida, en un nido
que aún finge primavera entre pesares.
No hubo llanto.
Ni por ti. Ni por ninguno.
Mientras aún necio besas mi lápida
en nombre del arte.
Mientras yo mastico cada insomnio
junto a un dios que se niega a perdonarme.