Con estas alforjas, -regalo de mi destino-,
llenas de tanto vacío por llenar,
no he dejado de desplegar, a lo largo
de toda una vida, un curioso navegar
por entre los eclipses suspendidos
en el suave roce de tus manos, que nunca
se han olvidado de señalar la certeza de tu norte
en mi rumbo vital.
Por ello… siempre te estaré agradecido…
… y por ello…, por supuesto, sigo vivo.