Ni lo uno, ni lo otro
Me dijo la respuesta después de mil intentos;
respuesta que hasta el aire con vibra resguardó.
Pues fue muy contundente, diciéndome que «No»,
y no hubo interrogantes, tampoco pensamientos.
Me di la media vuelta, sin llanto y sin lamentos;
pero ella, ya no pudo seguir lo que empezó:
se puso de rodillas y en tierra así escribió,
«lamento haber herido cual nobles sentimientos».
Le vi como si nada, seguí por mi camino,
al fin, que no hay dislates. No existe ni un destino.
La vida es un proceso de amar con libertad.
Creer es la certeza, no niego que así ha sido,
por eso es que sepulto su historia en el olvido;
espero no encontrarla, ni en sueños, en verdad.
II
Que seamos amigos, me cuentan que ella dice
a todo el que pregunta por nuestra relación.
No tiene ni la idea que existe un corazón,
que guarda a cada instante, lo poco y mucho que hice.
Mejor lo callo todo. Que el alma se deslice
en otras circunstancias. Con ella no hay opción.
Es esta mi respuesta, también mi decisión:
mi boca no hace tirrias, en cambio, le bendice.
No obstante, ser amigos, no creo que eso pase;
existe algo en la vida con talle, forma y base
que está muy por encima. Por tanto, es especial.
Sostengo lo que digo y aprecio que lo intente.
No hay prueba más amarga que piense, qué se siente
hacer sufrir a otro, de forma casi igual.
Samuel Dixon