Alberto Escobar

En breve...

 

 

 

Ahora dormiré, 
a mi derecha, ahí
espera la cama, ca
llada, paciente, sabe
que el cansanció sobre
mi ceja se cernirá tarde
o temprano, de manera
que el peso de la cabeza
sobre atlas se tornará 
irresistible, terrestre, y lo
sabe, y espera su turno
con el aplomo de quien
medita con esmero, y,
como no es la primera
vez, tiene por seguro que 
antes de que el vídeo que
estoy perpetrando acabe
la atención habrá naufraga
do irremisiblemente y cráneo,
mandíbula y boca se ama
sarán en un amasijo inane, 
se darán de bruces contra el 
borde de la mesa escritorio
y un grito, frío, consecuente,
clamará el cielo de mi habita
ción con vistas hasta despertar
al vecino de arriba, el muy quis
quilloso...
Apago el pc, no me gusta dar
de cabezadas sin tener agallas
para atender lo que vive ante
mis ojos, lo que me dicen aún
lo digan a un número indefinido
de gente —y yo creer que soy 
el único, ingenuo, imberbe— .
Me voy a la piscina.