El amor verdadero no muere
El amor verdadero
no pide permiso para quedarse.
Se instala en la mirada,
en el gesto,
en la pausa antes del adiós.
No muere en el silencio,
ni en las horas secas.
Duerme a veces, sí,
pero en su sueño
sigue latiendo como un tambor lejano.
Puede esconderse tras mil rostros,
puede disfrazarse de orgullo,
pero vuelve.
Vuelve como el mar
que siempre regresa a besar la orilla.
El amor verdadero
no necesita aplausos,
ni testigos.
Solo necesita el eco de lo vivido
para resucitar
en el momento más inesperado.
A veces creemos que se fue,
pero solo cambió de nombre,
de piel,
de forma de tocar el alma.
No lo busques en la pasión que abrasa,
búscalo en la ternura que permanece.
Ahí vive,
ahí espera,
ahí sigue.
Hay amores que no se marchan,
solo aprenden a habitar en el silencio.
— L.T.