Tus labios eran dos mentiras,
que me resuenan retumbando con tenaz melodía...
¿Cómo nombrar a tu boca?
que se desmiela cachonda con cualquiera...
En tu indecible travesía,
por un instante apenas, y tal vez ni siquiera,
veo el horror de tu belleza,
que tiene la forma de una luna que se desvía...
Hoy, que la verdad pasa,
apenas me sostengo por el temblor de mi rabia,
con mi disfraz cada mañana,
escondo que me ultrajaste por conveniencia...
Más fuiste mi abeja reina,
y ahora solo colmas el panel de tu lujuria,
con tu pellejo que ya cuelga,
cuando sigues volando a cada flor venenosa...