ORACIÓN DEL SIGLO.
Señor,
tú sabes mejor que yo, que estoy envejeciendo y un día seré vieja.
Mantén mi mente libre de la recitación de infinitos detalles. Dame las alas para ir derecho al grano.
Sella mis labios para que no hable de mis achaques y dolores. Ellos van en aumento con el pasar de los años, como también mi gusto por recitarlos. Pido la gracia de poder escuchar con paciencia el relato de los males ajenos.
Enséñame la gloriosa lección de que a veces es posible que esté equivocada. Mantén en mí una razonable dulzura.
No quiero ser santa. Es difícil convivir con algunas de ellas; pero tampoco una vieja amargada.
Ayúdame a extraer de la vida toda la diversión posible. Nos rodean tantas cosas divertidas, que no quiero perderme ninguna.
Amén.
(Esta oración fue escrita por una monja del siglo XVII )