lucio_

No era monarca, sino aldeano juzgando a su conciudadano.

En tiempos de amor propio poco
el trono sienta su monarca
y destapa el ajuiciado arca
para enjuiciarlos el juez loco. 
 
Invasor de placer mundano
con su poder nada hace en vano.
 
Entra aquí Paupérrimo, el pobre
cuyo ojo juzga por ser cobre
pues en la corte sí tesoro
quiere y portadores de oro. 
 
Su Majestad mandó orgulloso:
«Sus pardas niñas, arránquenselas».
 
En siguiendo, Auricula llega
vela y las orejas le pega
mas, siendo tan grandes, no vale
de la corte asustada sale.
 
Soldados comandó furioso:
«Sus medias lunas, recórtenselas»
 
Acude Poietes con una oda
no llegó a recitarla toda,
pues viendo dentadura hedionda
lo expulsó para limpieza honda.
 
A ellos demandó vigoroso:
«Sus fauces sanéenlas, cósanselas»
 
El soberano fenecía,
el mudo a nadie dijo nada
por la sorda no fue escuchada
y el ciego esquela no veía.
 
Como lo que quiso lo dijo
del mundo fue un gran nefasto hijo.