Tu escudo invisible
Hay lugares donde sientes que no puedes respirar,
y hasta el silencio comienza a gritar.
La luz se detiene, no quiere pasar,
y algo dentro de ti te impulsa a marchar.
Todo vibra en una frecuencia distinta,
como si el alma buscara una salida.
Aunque no hay peligro visible a la razón,
el cuerpo tiembla sin explicación.
La piel se eriza sin ningún motivo,
y el corazón galopa, intenso e impulsivo.
Algo te dice que no debes estar,
aunque tú no lo logres interpretar.
Y cuando decides marcharte,
cuando por fin logras liberarte,
comprendes que no era temor,
era tu instinto brindándote protección.
La intuición no exige explicación,
no busca lógica ni aprobación.
Nunca impone su intención,
solo te pide prestar atención.
Aprende a oír esa voz interior,
la que sin dudar te revela el posible error.
Hazle caso siempre al sentir,
porque hay situaciones que no deberías vivir.
No todo lo que brilla te hará florecer,
no todo lo amable te quiere proteger.
Donde tu alma se niega a estar,
es porque algo la puede quebrar.
No vuelvas por pena, por miedo o deber,
si tu esencia te ruega no volver.
Recuerda: si tu alma no quiere hablar,
está gritando: “¡sal de ese lugar!”
Laura Meyer