Voy entrando y saliendo
de una muerte y de una vida;
camino y retrocedo
en los intersticios de las distancias.
Soy una oveja
y un lobo
que escribe poemas subversivos;
un jinete de aviones
en caída libre.
Soy un enfermo terminal
de colores agrestes,
sentado en la inercia
de un día que no respiró más.
Soy el Dios
que introduce fragmentos tristes
en los aeropuertos;
el cuidador celoso de los verbos libres
que andan buscando espacio
en los renglones de papeles
y servilletas ajadas.
Un poeta sin nombre,
que busca su apellido
en la explosión de una primavera
perdida en el camino.
Soy
y no soy
el mismo de siempre,
con una palabra expresada
en el porvenir
de un libro
que jamás se escribirá.