Este es mi tiempo, el último,
preso de cosas que sirven al recuerdo,
con el iris hacia el cielo,
mal vivo igual que un perro aburrido...
Muriendo poco a poco,
tengo a mi sombra centinela en su puesto,
la que Dios me ha confiado,
para que me vaya cavando un foso en el camino...
Y ya me está doliendo,
desde el invierno hasta el tórrido verano,
que nadie me haya visto,
a mí no, sino a mi corazón desvanecido...
Con mitad fuerza, mitad miedo,
vive conmigo la espera hacia otro calendario,
la muerte tras el nacimiento,
busca siempre la proyección a otro universo...