Porque me parecéis gacela parda,
corriendo por los prados elevados
de los guepardos y de mí, bastarda,
con temor en tus cuernos agraciados;
me veo solo en el camino al cielo,
corriendo por el temeroso velo
donde tus pasos se han podido ver;
ay gacela, ¿miráis mal mi querer?
Mi luz, sutil y oscura, se acobarda,
si os fugáis de mis sueños tan frustrados,
y os pensáis que podrán ver mi alabarda,
tan ardiendo de amores rechazados
cuando al fin me dejéis vuestro pañuelo
antes de esta mañana, por el suelo
y yo lo agarre en precio por tu ser;
ay gacela, ¿miráis mal mi querer?