Hasta donde dure, me dije con lágrimas en los ojos, con el corazón partido y el pecho abierto.
Hasta donde dure, me guardé… suspiré, y te sonreí murmurando un “está todo bien”,
una sonrisa falsa y un abrazo por la espalda.
Nada estaba bien.
Sentía tu cuerpo rozando el mío, pero sentía frío.
No era el frío del ambiente, era el frío de lo nuestro… ¿podía decir mío?
Un beso discreto,
y un abrazo… por el frío.
Las lágrimas recorrían mi rostro, rodaban por mi cabello y terminaban en tu brazo.
Me limpiaba sola, tratando de no seguir,
tratando de no romperme más.
No podía respirar,
mi nariz tapada de tanto llorar.
¿Será de valientes ser persistentes?
¿Soy valiente… o solo un alma fiel creyente?
Quizás me adelanto, me precipito,
me arrebato…
pero, ¿estará mal querer así… tanto?
Escribes a escondidas mientras piensas que estoy distraída.
Una mirada fugaz cambia por completo tu semblante.
Regresa el sentimiento: traición… engaño.
Pero, ¿de verdad estará tan lejano?
Un tema sin importancia…
que me ha quitado toda esperanza
de poder llamarte y sentirte completamente mío.
Hasta donde dure, me repito.
Fingiendo todo.
Tratando de ser feliz.
Pero ya no hay nada.
Ni amor, ni consuelo, ni tú.
Solo yo…
y este silencio que dejaste cuando decidiste quedarte,
pero ya no estar.