Marvin Ramirez

Me Extrañas

Por un segundo mi corazón latió con una fuerza inusitada, por un instante el mundo se pintó de colores vibrantes y me sentí, verdaderamente, vivo. Una chispa se encendió en mi interior, una esperanza que creía olvidada.

 

Alguien, con una voz apenas audible, susurró a mi oído esas palabras que lo cambiaron todo: \"Me dijo que me extrañabas, que me echabas de menos.\" Cada sílaba resonó en mi alma, una melodía inesperada que me dejó sin aliento.

 

Te admito que en ese momento, una avalancha de emociones me invadió y no sabía qué hacer con tan grande noticia. ¿Era real? ¿Podía serlo? La incredulidad se mezclaba con una euforia desbordante, un torbellino que amenazaba con arrastrarme.

 

Ese comentario, tan simple y a la vez tan profundo, me hizo recordar cada momento a tu lado, cada instante en el que nuestras vidas se entrelazaron. Como un proyector, mi mente reprodujo cada escena, cada detalle de nuestro pasado compartido.

 

Cada momento compartido contigo, desde la más insignificante charla hasta la más profunda confesión, desfiló ante mis ojos. Recordé nuestras risas, esas carcajadas que llenaban el aire y hacían eco en mi corazón. Recordé los momentos en los cuales reímos juntos, sin preocupaciones, sin límites, simplemente disfrutando de la compañía del otro.

 

Recordé cada segundo a tu lado, desde el primer encuentro hasta el último adiós. Cada mirada, cada roce, cada palabra pronunciada, todo cobró vida de nuevo.

 

La emoción me invadió, una urgencia incontenible me impulsó. Estaba a punto de salir corriendo a buscarte, de romper con la distancia que nos separaba y acortar la espera. No quería perder otro segundo, ni un solo instante más lejos de ti. El deseo de tenerte cerca me volvía loco, una necesidad imperiosa que quemaba en mi pecho. Imaginaba el reencuentro, el abrazo, las palabras que diríamos.

 

Lastimosamente, como un cruel despertar, me sacudí de mi ensueño. La realidad se impuso, fría y despiadada, y me di cuenta de que todo había sido solo eso: un sueño.

 

Qué lástima. El eco de tus supuestas palabras se desvaneció, y el brillo que había iluminado mi mundo se apagó tan rápido como había aparecido. Me quedé con el vacío, con la añoranza de un anhelo que, por un breve y hermoso instante, sentí al alcance de mi mano.