Cada uno vive metido en su
propia vida, cada vez más en un espacio
más escaso de personas y lugares,
huyendo del ahogo en el tiempo
íntimo que nos
hemos concedido para vivir.
Yo ya no creo que los hechos
nos consuele de la mediocridad,
de lo real.
Deberíamos aceptar, ya,
que en la vida una verdad aburrida
no es una verdad:
es una verdad cargada de
falsa misericordia.