Mis ojos plañen de rocío,
mi alma se duele con tu adiós
y siento un pesado vacío
cuando no percibo tu voz.
Mas, la existencia sigue al fin
y yo prosigo mi sendero,
aunque me duela este sinfín
sin tu cariño verdadero.
Sueño las mieles del ayer
que compartimos con pasión
y que guardo con devoción.
Quizás mañana, al clarecer,
esta ansia sea una canción
alegre de fina emoción.