No digas una vez más cuánto me amas,
ni halago expreses sobre mi talento,
ni auxilio clames sin emolumento
si al mundo, mis palabras, no proclamas.
Ya son desveladas todas tus tramas:
con firme objeto de verme irredento
y botín de lid para tu sargento,
súbito me abrazas, me prendes llamas.
Que me has infligido perspicaz daño,
admite para no ser exiliado,
con perenne flema, de mi aledaño.
Tratas pacto que embrolle mi calcaño
mas serás enzarzado con tu aliado,
tú ignoras la voz que oye mi rebaño.