Hay días en que el mundo parece más grande que mis fuerzas,
donde las dudas pesan,
y el alma se esconde detrás de una sonrisa cansada.
Pero aun así… sigo.
Sigo porque dentro de mí
vive un sueño que no quiere apagarse,
una promesa que me hice
cuando aún creía en imposibles.
He llorado en silencio,
he tropezado con mis propios miedos,
pero cada caída me enseñó
que también se puede volar desde el suelo.
Porque no se trata de no sufrir,
se trata de seguir creyendo.
De mirar al cielo, aunque esté nublado,
y saber que detrás de cada tormenta
hay un sol que nunca se ha rendido.
Tú también enfrentas tus luchas, lo sé.
Y por eso, desde mi corazón al tuyo,
te digo esto:
nunca abandones lo que te hace soñar.
La vida no es perfecta,
pero está hecha para sentirla,
para vivirla con todo,
con lágrimas, con risas,
con amor y con ganas.
Y aunque haya noches largas,
el amanecer siempre llega…
y con él,
una nueva oportunidad de ser feliz.
Así que no dejes caer tus sueños,
porque ellos son tu luz,
tu fuerza,
y el mejor motivo para seguir.