La plastilina me abduce,
endureciendo mi molde
que a la nada me conduce,
en gleba de oscura tolde.
El tinelo concurrido
por los ratones y gatos
que se almuerzan lo vivido,
con chinches en los zapatos.
Mis cordones desatados...
exentos del nerviosismo,
que mora en mis lubricados,
pies con garras de cinismo...
¡Arriba, abajo, derecha!
Salta y salta la sombrilla,
en horcajadas sin brecha,
caliente está la perilla...
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