Te llevo siempre conmigo: no muy cerca, pero si muy dentro.
Guardé dentro del alma cada instante brillante que compartimos,
los pequeños momentos, las risas calladas, las miradas intensas que nunca olvidaré.
Preparo mi partida porque esa fue tu voluntad clara y serena,
acepto este destino aunque duela el pecho, dando pasos lentos hacia la nueva senda,
pero antes de cruzar esa puerta final, necesito expresarte con voz temblorosa.
Los días que unieron nuestros caminos estuvieron llenos de luz y calma,
gracias por la alegría pura que sembraste en mi jardín interior.
Al separarnos, desde lo hondo de mi ser, anhelo sinceramente tu dicha futura,
que encuentres paz y sonrisas, sin importar dónde la vida te lleve o deposite.
Jamás borraré tu figura amada de mi memoria profunda,
te lo aseguro con todo mi ser, intentaré seguir adelante con valentía,
aunque la idea de soltar nuestro pasado me cause una pena inmensa.
Si tú así lo sientes y lo escoges, amada mía,
para este corazón que late por ti no existe otra verdad absoluta.
Mi afecto hacia ti permanece entero, intenso como el primer día,
firme sobre cualquier otra sensación o pensamiento que pueda surgir.
Eres la estrella principal en mi cielo oscurecido ahora mismo.
Reuní cuidadosamente las chispas doradas que nacieron a tu lado,
los susurros compartidos, la tibieza de tu mano, la magia sencilla que nos envolvía.
Camino hacia la salida porque tú marcaste ese rumbo definitivo,
entiendo el mensaje aunque cueste respirar, me alejo sin rencor ni veneno,
solo llevando esta confesión última como equipaje ligero.
El periodo donde fuimos uno solo bajo la misma luna me dio vida verdadera,
tú construiste felicidad en mi existir cotidiano con gestos pequeños.
En mi último saludo, repito el anhelo de bendiciones para tu destino,
que la suerte te acompañe siempre, aunque navegues mares lejanos o tierras extrañas.
No permitiré que el viento del tiempo arrastre tu imagen preciada,
es un compromiso sagrado, buscaré sanar la herida abierta lentamente,
llenando los vacíos con esperanza nueva y tareas diarias.
Si es tu deseo final, compañera de sueños rotos,
en mi sentir más íntimo no hay duda ni sombra que lo cambie.
Te amo con una fuerza que desafía el fin mismo de los tiempos,
colocándote muy por encima de cualquier otra posesión o sentimiento.
Eres la canción eterna que mi pecho guarda bajo llave.
—Luis Barreda/LAB