Clara Verdoy

BESOS

Algunos no llegan.

Colgados en la comisura,

sin tocar la puerta.

 

Dos rostros en la noche.

Un roce,

y después,

nada. 

 

Otros flotan: 

rozan una oreja,

un lóbulo,

sin peso, sin fuerza.

Nunca llegan.

Sin dirección,

pierden el camino del cuello.

 

Nunca vuelven.