LA GRAN EVASIÓN
La zona del desierto que queda más alejada
del núcleo urbano –pero tiene que estar
muy alejada– puede disfrutar de un grado
de independencia grande, puede albergar
coyotes y algún tipo autóctono de venado.
Cuando se trata de una zona tan abrupta y apartada,
los caminos son de tierra siempre
y son pocos y no llegan hasta lo alto,
a la meseta de arriba, sobre la pendiente de roca pelada
que supone la más dura ascensión,
y es necesario caminar alejándose
dos o tres días, por lo menos dos o tres días.
Por la noche, desciende un frío agudo sobre el áspero suelo
que convierte en hielo
los escasos puntos de agua,
que paraliza las sensaciones o que hace sentir
más vivamente, que hace doler los músculos
bajo el cielo estrellado y realmente único,
el único por encima de las orejas
de los pobladores habituales,
lejos también de otros puntos de luz.
Y en las grietas entre dos rocas, parecen brillar
los ojos de algunos grandes felinos,
de algún puma, por ejemplo, que puede andar por allí.
Gaspar Jover Polo