Al actor británico Jason Statham
Harry, el inglés de bonito acento
y maneras aristocráticas
aparenta ser solo un guardia de seguridad
pero fácilmente podría pasar
por un encubierto Hércules Poirot
del siglo XXI
estando Agatha Christie
enferma de COVID-19.
Conoce de armas,
cortas, largas,
punzocortantes, explosivos,
y en la lucha cuerpo a cuerpo
bien podría estar en
la cúspide de la UFC.
¿Será un agente encubierto?
¿MI-6? ¿MOSAD?
¿La CIA?
¿Demás yerbas y similares?
Habla poco,
al menos sabemos que le gustan las chicas,
pero eso de hablar pausado
y tomar té Earl Grey
con una cucharada de miel
cuando todos los demás bebemos café
bien cargado y sin azúcar,
nos hace pensar que tal vez
y solo digo tal vez,
sea pariente lejano de Harry Potter
por aquello de que es londinense
y se atiborra de cerveza negra
las noches de jueves a sábado
jugando billar y embusacando
esa negra bola ocho siniestra
tan parecida a la dorada del Quidditch
mágico deporte de hechiceros
que vuelan en escoba
en lugar de tomar
como Dios manda,
el autobús de dos plazas
para ir al trabajo en la City
o visitar el mercado de los mil años
y luego comer pescado empanizado
acompañado de papas fritas
(el muy inglés Fish & Chips)
pero la realidad de su ficción
es más dura de lo esperado,
Harry quiere vengar a su hijo
joven, casi un niño
adolescente, escasos años
y unas balas amargas
se lo quitaron, volviéndolo
mitad hombre y mitad demonio.
OLLIN
El Hatillo, 27/09/21