Marvin Ramirez

Un Día Especial

Aquí estamos, en la cúspide del día más especial del año, un momento que se alza majestuoso sobre el calendario, eclipsando cualquier otro. Una emoción inmensa me embarga, tan profunda que siento el sudor de la anticipación perlando mi frente, un testimonio físico de la alegría que burbujea en mi interior.

 

Te confieso, sin asomo de duda, que cada uno de los trescientos sesenta y cuatro días restantes del año no son más que un preludio, una paciente y deliciosa cuenta regresiva para la llegada de esta fecha tan significativa. Porque poder celebrar este día contigo, mi amor, es la esencia misma de mi felicidad, lo más importante, el ancla de mi existencia.

 

Anhelo ser la primera persona que tus ojos encuentren al despuntar la mañana, para que mi rostro sea el primer reflejo en el espejo de tu despertar. Deseo poder llenarte de besos, desde la punta de tus delicados pies hasta la coronilla de tu cabeza, un sendero de caricias que selle mi amor por ti.

 

Incluso la naturaleza parece conspirar a nuestro favor en este día sagrado. Puedo casi escuchar el canto melodioso del ave que, con cada gorjeo, parece pronunciar tu nombre, elevándolo al cielo como una plegaria. Y mira, mi vida, cómo las rosas del jardín, con sus pétalos aterciopelados y sus tallos elegantes, se inclinan con reverencia, rindiéndose ante tu innegable belleza, una ofrenda silenciosa a tu esplendor.

 

Mientras el mundo entero parece inclinarse ante ti, yo te confieso, con la voz cargada de la más pura admiración, que eres la mujer más hermosa que jamás hayan contemplado mis ojos, una obra de arte viviente.

 

Y tener el privilegio, la inmensa fortuna de poder dedicarte el día entero, sin prisas, sin interrupciones, es un regalo que atesoro con cada fibra de mi ser. Quiero, con cada latido de mi corazón, agradecerte por lo maravillosa que eres, por la luz que irradias, por la alegría que traes a mi vida. Que este día sea solo un reflejo, un pequeño atisbo de la inmensidad de mi amor por ti.