Bríndame, por favor, de tu mirada
ese fulgor divino y rutilante;
que haga, de mi destino vacilante,
nido de la pasión mas desbocada.
Dadme de tu sonrisa sosegada
esa ternura fresca, estimulante;
llena con el candor mas excitante
de esa tu roja boca apasionada.
Quiero de tu figura el balanceo
rítmico y pasional, de tu cadera;
que hace del corazón un pobre reo
viendo sus movimientos de pantera;
donde con gran ardor, la imagen veo
de una sirena griega zalamera.
Autor: Aníbal Rodríguez.