Carlos Baldelomar

--+AUSENCIA+--

Es curioso que yo te piense,

en los huecos que van quedando

en el paso del dia,

en el calor de la tarde que se alarga

y en ese constante sueño nocturno 

que se nos queda a ojos abiertos,

me pasó desenredando entre suspiros 

los trazos inquietos de tu rostro

que saltan y juegan a las escondidas,

con mi memoria, 

como si el recuerdo mismo

guardara la costumbre

de no recordarte del todo.

Quizás, 

esa es la razón 

de mis paseos desesperados de tarde,

donde invento casualidades,

y hago números con las posibilidades, 

de tu frágil y esquiva silueta descubrirse 

y encajando perfecta 

en los hoyos de mi memoria.

 

Más curioso es que yo te escriba,

uno o dos versos cortos, 

apenas tristes,

apenas mios,

-que ojalá nunca leas-

no sea que juzgues mi delirio

y veas aquí a un desquiciado 

salpicando manchas inútiles

tocando y rebanando una hoja

que no se mueve ni salta de su libreta.

Y no, 

yo no soy ese loco que te quiere sin motivo.

Pero mejor es así.

Yo aquí quedándome 

con el pleito de dibujarte todos los días,

y tú allá ignorando los teatros 

absurdos de mi cabeza.

Al final seguiré engañándome de algún modo,

como ese perrito de la calle,

el pobre costal de huesos

que se asusta y se encoge

cuando le levantan la mano,

esa que lanza una piedra que no existe

y que nunca existió.