Fui criado en una casa donde debías gritar para ser escuchado.
Dónde llorar era para cobardes y la tristeza debía ocultarse.
El dolor físico no era nada comparado con el emocional.
Un corazón roto no es nada fácil de curar.
Aún así progresé y decidí cambiar las reglas.
Logré que me escuchen aunque mi voz sea ligera.
Enseñé mi razonamiento argumentando con inteligencia.
Les estoy mostrando lo equivocadas que estaban sus ideas.
Intento enseñarle a los más chicos a llorar.
explicarles que valor se requiere tristeza demostrar.
No quiero que vivan el mundo que habito, quiero algo más.
Darles algo que no sufra, algo que no provoque miedo a hablar.