Nacen envueltas en hilos de lucha,
como capullos tejidos de esperanza.
En silencio, bordan sus alas
con días grises y hilos de sueños,
coloreadas por historias
que resisten el olvido.
Cada cicatriz, un matiz.
Cada anhelo, un destello.
Y al fin se alzan, mariposas de mil tonos,
nobles y libres, bellas y fuertes,
desafiando el viento sin perder su rumbo.
Del capullo brota el alma,
nutrida de memorias y coraje,
tejiendo su vuelo entre sombras,
con luz encendida en la entraña.
Cada color, una historia viva;
cada herida, una transformación.
Así emergen, altivas y nuevas,
sin pedirle permiso al cielo,
sin olvidar de dónde vienen,
volando hacia el mañana
con alas de dignidad y esperanza.