Sara Sofia Bocanegra Carvajal

Lirio carmesí

Un lirio carmesí, sin pudor,

me invita a pecar,

a rozar su centro tibio,

a descender por su tallo ardiente,

palpando cada espina

como un amante experto en lo imposible.

 

Rojas. Peligrosas.

Así se volvieron

desde el día en que las arranqué,

para adorarlas en secreto,

como diosas frágiles

a las que mi deseo da vida.

 

No las riego con agua,

las incendio con fuego.

Arden bajo mi lengua,

y el perfume de su savia

me desarma.

 

Quiero beberte,

lamer la humedad de tu tierra,

saborear el rocío que gime

sobre tu piel sagrada.

Gemidos que se ocultan

entre pétalos abiertos,

entre sombras que tiemblan

con el roce de mis dedos.

 

Déjame sembrarte en la noche,

enterrar mi carne en tu abismo,

hasta que germinen frutos rojos

y el jardín se inunde de lujuria.

 

Nos fundimos en un orgasmo brutal,

esporas de aroma salvaje,

ese olor inconfundible

del único lirio donde quiero amanecer,

envuelto, rendido,

con la boca ardiendo en tu centro.

 

Sembrarte valió la pena:

creciste,

de flor pálida a carne encendida,

de suspiro tímido a grito de fuego.

Ahora eres mi jardín,

mi carmesí eterno,

y yo,

un hombre perdido en tu raíz.

 

-S.S