Odio profundamente
la manera tan poderosa
en que me haces sentir
cuando me ves
como si fuera capaz de todo,
me molesta de sobremanera
que cuando necesitas algún milagro
soy capaz de cumplirlo
aunque me desvele toda la noche
para resolver la problemática,
me saca de quicio
que esa sonrisita tuya
me afloje las rodillas,
me quite el aliento
y me nuble el pensamiento,
que tu perfume
de la noche anterior
me siga el paso
a la mañana siguiente
y al transcurrir el día,
que tus caricias
sean tan relajantes
como estimulantes
en simultáneo
y por separado,
y que a pesar de buscar
y buscar….
y vaya que he buscado,
no encuentre dos ojitos
que me encandilen como los tuyos.
Podrás entender,
cariño mío,
nadie te detesta más que yo
(cuando no estas
para refutarme)