Vendo un sueño y la ilusión de realidad,
un espejismo de felicidad invisible bajo la tempestad.
Vendo encajes de Calais llenos de lagos y lagunas,
donde el reflejo del cielo es un abrazo de espumas.
Vendo un cielo que refleja al dios de la fortuna,
un destino que se puede comprar y vender.
Vendo un campo de amapolas cultivadas en la luna,
donde el silencio es un jardín de sueños tejiendo el velo de una cuna.
Un circo de elefantes con ojos de
aceituna,
que bailan al ritmo de una melodía
olvidada.
Una fábrica de suspiros con aroma a
rojo rosal,
donde el dolor se convierte en perfume
y la gente olvida el mal.
Una mina encantada blanca y rosa de la mejor sal,
donde el mal sabor de la vida se reduce con un poquito de calma.
Una montaña escondida donde dicen que por las noches
se oye el canto del príncipe del chocolate.
Vendo un poco de razón para blanquear las penas del corazón,
un mito que se desvanece al llegar el amanecer.
Un cuenco con agua clara para calmar toda sed,
un refugio para el alma que busca paz.
Vendo una leyenda que está a punto de ser historia,
un relato que se cuenta en voz baja y se olvida.
Un poco de cobardía que quiere vestirse de gloria,
un disfraz que se rompe en el momento de la verdad.
P. SABAG