Señor Rodrigo, genio sin excusa,
en cielo muerto saco yo estos verbos,
ennegrecido ya ando con los cuervos
porque esta pluma es casi bien obtusa.
Recuerdo de la mente tan difusa
lo que dijisteis de formarse siervos
de amor, y ahora, nótensele acerbos
yerros en cantos de alma muy confusa.
Mas osaré, pues el duelo me aclama;
como liróforo, como hombre amante,
mejor cuitado ahí, que aciago en cama.
Vuestra palabra, sabia, alarmante,
por mucho de ello, me es rumor que infama,
porque Ella que tormenta es más radiante