Lucas Porter

Hora azul

Hora azul, tiempo de calma y de llanto. Plasmas sobre el lienzo un Van Ghogh intangible, pero que admiro. Adoro tu letargo insensato y tu lecho solazante que endulza mis pensamientos y penetra en el zaguán de mi pecho. Te observo. Ingresas a mí recinto de emociones con delicadeza y lo bañas de colores irisados que embellecen su carne; verte y sentirte es de ensueño y gratificante, un paraíso silencioso y efímero que pocos valoran. Al contemplarte, el viento me susurra sibilante y mis huesos resuenan por su canto; los pájaros diurnos que chiflan al volar me encandilan con su preciada voz y los nocturnos me alivian con su silencio. Nunca ví el mar, pero ver el cielo en ese preciado instante es igual de bello y, aunque no veo los peces andar, ni las gaviotas pasar o siquiera el olor del agua y de la arena, me siento un capitán que navega por tus lánguidos mares que mi mente solapan de tranquilidad.