Gracias por enseñarme
lo que es amar.
Gracias por mostrarme
lo que no debo aceptar.
Gracias por revelarme
que el amor no es solo perder,
que hay belleza
incluso en el desvanecer.
Gracias por los momentos
que guardaré con todo mi ser.
Gracias,
porque hoy me alejo sabiendo
que sé amar de verdad
y que hay límites
que ya no volveré a cruzar.
Gracias por no estar,
porque así dejé de esperar,
dejé de mirar atrás
y aprendí a volar.
Gracias por ser mi primer amor,
hermoso,
pero fugaz.
Y está bien:
no todas las estrellas
brillan para siempre.
La nuestra ya se apagó,
pero mi alma y mi corazón
seguirán brillando
al recuerdo de lo que fue,
de lo que, aunque breve,
fue real.
Te perdono,
pero te dejo ir.
Nunca mentí
en ninguna de mis palabras.
Desde lo más profundo,
espero que seas feliz.
Te amo,
pero me voy.
Porque hoy,
me amo más a mí.
Y que la luna
sea testigo silente
de nuestro principio y final,
que quede grabado
en el ser de tu ser
y en el ser de mi ser,
como algo que existió,
que dolió,
que enseñó…
y que ya pasó.
Avi-