Ya no tiembla la noche con hambre, ni el viento arrastra cuentas vencidas;
el pan vuelve a su mesa sencilla, y el alma respira, por fin, sin medida.
A pulso se alzó la esperanza, entre planillas, deudas y fe, a la chilena, firme, con garra, con lápiz en mano y un “vamos, se puede”.
Hoy comienza la etapa sembrada, de ahorro, de foco, de inversión, que el mañana no llega por gracia, sino por cálculo, sangre y tesón.
La EIRL es bandera izada, la APV, una gota que cae sin cesar, en el Fondo de Pensiones anclada, como ancla en un puerto a punto de zarpar.
No hay vuelta atrás, compadre del alma, que el surco está hecho, la siembra también, ahora toca regar con calma y confiar en lo que vendrá después.
Que Chile nos vea crecer sin permiso, que la historia se escriba en doble columna: con números claros, sin más compromisos, y un verso en el pecho que nunca se esfuma.