Ética poética
A todo el que me odia, le bendigo,
y a todo el que me quiere, doy la mano;
porque ya he comprendido y fui testigo,
que hacer lo que te hacen es inhumano.
El mundo nos demuestra muchas caras;
algunas van con máscaras impuestas,
mas otras que parecen todas raras,
presentan lo tenido, sin apuestas.
Yo he sido un influido, un influyente:
ese alguien que las flores nunca igualan,
y gracias doy a Dios, por tanta gente
que encuentro, y un consejo me regalan.
Y mientras más escribo, más medito,
el nombre no me pesa, siendo justo;
vivamos una vida, sin delito,
y reine entre nosotros todo el gusto.
Samuel Dixon