Leyendo a Brian Weiss en la penumbra,
pensaba en otras vidas, otros rostros,
y el sueño me alcanzó con voz profunda,
llevándome a los mares más remotos.
Me soñé pirata que a lo lejos,
sin rumbo, sin regreso ni consuelo,
y el mar, como un espejo sin reflejo,
mostraba mi dolor bajo aquel cielo.
Las olas me arrullaban con violencia,
las velas eran letras desgarradas,
y en cada tempestad hallaba esencia
de besos que le di en noches pasadas.
La nostalgia era un nudo en cada vela,
la frustración, un nido entre las olas,
y en la marea brava que me lleva
mi corazón vagaba entre las sombras.
Mas si la luna llena aparecía,
mi alma se sentaba a respirar,
y con la pluma rota que tenía
le escribía poemas sin final.
Y cuando desperté, sentí la herida:
el libro en el regazo, ya cerrado.
Pero aún olía a mar… a esa vida;
su ausencia aún seguía a mi costado.