Sara Sofia Bocanegra Carvajal

Un sacramento invisible

Un respiro. Un suspiro.

Una bocanada de aire en ráfaga,

fuerte, aguda,

que sopla mis miedos, mis amores, mis pecados,

arrancándolos como hojas secas en otoño.

 

No hay restricciones para el alma:

libre, perversa, errante.

Auténtica como un prado de rosas rojas y espinadas,

hermosas y crueles,

que liberan, desatan, suplantan,

y en su belleza, también desgarran.

 

No hay un mundo escrito,

solo veneno latente,

como dagas cubiertas de palabras no dichas,

que hieren con la dualidad de la felicidad y la angustia.

Lo dulce y lo amargo

conviviendo en un mismo trago.

 

Un hombre y una mujer,

atados por un sacramento invisible.

No aman como se espera.

No piensan como dicta la razón.

Solo anhelan volar, escapar,

salir corriendo por los grandes prados de una libertad corrupta,

desnudos de juicio, de culpa, de orden,

flotan en una nube densa y temblorosa,

cargada de necesidad urgente,

sedientos por respirar

sin esa aprensión clavada en el pecho,

como un peso heredado, ajeno.

 

Ser libre es abrir los ojos sin miedo.

Es sentir con las manos, con la piel, con la sangre.

Es soñar sin cadenas,

liberar el alma y el ser,

como un niño que nace entre gritos y luz,

vulnerable, desnudo,

pero lleno de vida y verdad.

 

Solo así,

rozamos por fin

la verdadera existencia humana.

 

-S.S