En la anochecida...
prevalece la luna con su quietud serena,
más el tiempo refresca
dando forma a una noche diseñada...
Mi cabaña es pequeña...
con la roja luna tocando a mi ventana,
y se queda helada
esperando que Dios disponga el alba...
En soledad plena,
recojo de sus ojos a su luz colmada,
que con infantil pureza
me llena de ternura mi sultana castellana...
Y me traslada su magia,
aunque sea cierto que le dé vergüenza,
que le devore su belleza
cuando me inspira cada noche en vigilancia...