Luis Barreda Morán

Mujer

Mujer 

Mujer, en tu presencia callada florece un jardín dentro de mi pecho,
palabras se ahogan en el mar inmenso que tu mirada serena ha despertado,
cada instante a tu lado es un suspiro que el tiempo celoso guarda en su seno,
eres el eco dulce que convierte mis horas grises en luz de verano.

Mujer, esta gratitud que me habita es un río caudaloso y sin nombre,
muchos senderos oscuros iluminó tu antorcha fiel sin pedir recompensa,
mis triunfos pequeños son semillas que tu aliento fecundo ayudó a plantar,
sin tu aliento constante y generoso, mi barco frágil quizás naufragaría.

Mujer, si herí tu alma sin querer con gesto torpe o silencio helado,
que este verso humilde sea un bálsamo sobre cualquier herida inadvertida,
ninguna sombra debe empañar el brillo puro de nuestro entendimiento,
tu perdón anhelo como el pájaro nocturno busca la primera claridad.

Mujer, siento la lejanía cruel como un muro frío que duele en la piel,
anhelo el milagro tibio de tu abrazo certero derribando fronteras,
que tus brazos sean ramas fuertes donde este corazón inquieto descanse,
acerca mi existencia a tu calor, borrando toda huella de ausencia vana.

Mujer, no imagino mañana alguno que no tenga el perfume de tu risa,
deseo labrar contigo un camino bajo el mismo cielo, mano en mano firme,
edificar un hogar con cimientos de confianza, risa compartida y sueños,
que nuestro amor paciente construya un nido eterno contra toda tormenta.

—Luis Barreda/LAB