He visto renacer en mi jardín
tus letras dibujando mi sonrisa,
pintándola con chispas de carmín,
de fuego, de relámpagos y brisa.
El juicio entre el querer y la razón
galopa por caminos intrincados,
sabiéndose perdido el corazón
después del veredicto de los hados.
No importa si se opone la distancia;
la rosa que has regado ha florecido
recibe con mis letras su fragancia,
y el roce de algún pétalo atrevido.
Serás dulce caricia, serás daga,
lejana poesía que me embriaga.