El Corbán

DONDE MORA EL PENSAMIENTO

En mi mente moras, etérea, callada,

cual néctar secreto de un tiempo mejor,

allí tu silueta, perpetua, encantada,

resguarda mi alma de todo dolor.

El mundo me hiere, la vida es espada,

mas tú me resguardas, refugio y calor.

 

No hay grito ni espina que turbe tu estancia,

ni sombra profana que logre entrar,

mi mente es palacio, tu reino, tu estancia,

mi templo sagrado, mi dulce azar.

Allí no te tocan la hiel ni la distancia,

ni el tiempo mezquino te puede alcanzar.

 

Pensarte es mi bálsamo, fértil, ardiente,

mi fuga del tedio, mi gozo interior,

y aunque no te tenga de modo evidente,

te tengo en mi pecho, mi flora, mi ardor.

No hay cárcel más libre que el alma creyente

que ama en silencio, sin tregua ni error.